Escritores se esconden en cabañas de jardín


Dylan Thomas.
Para trabajar, muchos narradores y poetas extraordinarios se refugiaron en casas super sencillas. Les presentamos cuatros casos.

Hay escritores que desarrollan su trabajo mezclándose con el rumor y la furia del mundo. Otros en cambio prefieren replegarse a cabañas solitarias en medio del jardín.

Dylan Thomas: por ejemplo este poeta galés, amigo personal de Energía & Jardines, gustaba del mundo pero también del sosiego de su cabaña en Laugharne, Carmarthenshire. La suya, contó Dylan en 1952, era una “choza salpicada de palabras”. En sus murallas había fotos y recortes de prensa de Lord Byron, Walt Whitman, W.H. Auden, William Blake, una pintura de Modigliani, monas piluchas, listas de rimas y aliteraciones. Oírlo recitar pone los pelos de punta, porque el tipo tenía una fuerza impresionante. Una perlita:

Cabaña de Dylan Thomas.
And death shall have no dominion.
Dead men naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.

Lamentablemente el compadrito murió en 1953 después de tomarse 18 whiskeys.

Cabaña de Mark Twain.
Mark Twain: En una carta a un amigo, le dijo: “Es lo más adorable que hayas visto… es un nido acogedor y en él apenas hay espacio para un sofá, una mesa y tres o cuatro sillas. Y cuando la tormenta azota el valle a lo lejos y los relámpagos encienden los cerros a mis espaldas, y la lluvia azota el techo sobre mi cabeza: imagínate qué lujo”.
















Cabaña de Henry David Thoreau. Crédito: RhythmicQuietude
Henry David Thoreau: Este escritor, poeta, filósofo, naturalista, fabricante de lápices y pionero de la ética ambientalista, se chorió un día del mundo y se retiró a vivir dos años al bosque, donde se construyó con sus manos una cabaña muy simple: dentro tenía una cama, una mesa, un escritorio y tres sillas. Sus dichos: “Me fui al bosque porque quería vivir deliberadamente, confrontado sólo con los hechos esenciales de la vida, y ver si era capaz de aprenderlos en vez de –antes de morir- descubrir que no había vivido”.

Virginia Woolf.
Virginia Woolf: ella lo llamaba “el refugio de la escritura”. Sin embargo, como relata el diario británico The Guardian, “ella siempre se distraía. Porque su esposo Leonard se ponía a clasificar las manzanas del huerto, o por las campanas de la iglesia al final del jardín, o por el ruido de los niños en la escuela contigua, o por el perro sentado a su lado, que se rascaba o dejaba sus patas marcadas en sus manuscritos. En invierno era tan frío que le era imposible sostener el lápiz”.
Cabaña de Virginia Woolf.

No hay comentarios:

Publicar un comentario