Es curioso, pero los perros de la calle, los quiltros, no se comen las plantas de la ciudad. Sí, en cambio, algunos perros de casa, contó al diario “New York Times” James Serpell, profesor experto en comportamiento animal de la Universidad de Pensilvania.
En el caso del jardín propio, se cree que el nitrógeno presente en el pipí puede ser un buen fertilizante, pero la concentración amoníaco generalmente es tóxica para las plantas, explicó al mismo diario Nina Bassuk, del Instituto de Horticultura Urbana de la Universidad de Cornell.
Incluso la orina de los perros puede contener toxocara, un nemátodo que vive en los intestinos de los perros. Y los huevos de estos parásitos pueden permanecer por años en el suelo. Por lo tanto, si “pasa” que orinan las plantas ornamentales, por ningún motivo puede ocurrir que lo hagan en el huerto.
Ahora, desde la perspectiva del perro, las plantas tampoco son benéficas, en general. La Asociación Americana por la Prevención de la Crueldad contra los Animales (ASPCA) tiene una lista de 393 plantas que son dañinas para los perros. Entre ellas, el manzano (sus semillas y hojas contienen cianuro), la paniculata, llamada también velo de novia o gisófila, y la manzanilla.
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