La esquizofrenia hídrica de Santiago

La zona de Santiago es uno de los 25 hotspot a nivel mundial.
Por qué son claves las aguas grises. Cómo cosechar aguas lluvia. Las hojas y flores secas no son basura. Regar el pasto por un lado y los arbustos por otro. La zona de Santiago tiene una vegetación de culto. De esto hablamos a propósito del seminario "El Agua y la Ciudad", organizado por Espacio Público Sustentable.

Texto. Alejandro Pardo
  
Jorge Gironás, ingeniero civil con un doctorado y experto en hidráulica, describió una imagen muy potente de lo que sucede con el agua en las ciudades de Chile. Y con ella partiremos este especial de “El Agua y la Ciudad”, tema del segundo encuentro de Espacio Público Sustentable, organizado por Estudio Paisaje.

En 20 cms el agua pasa de ser potable a residual impunemente.
En su charla, Gironás mostró una foto del grifo de un lavamanos del baño. Y dijo: “Esta imagen nos muestra algo mágico que ocurre entre la salida del agua desde la llave y su aterrizaje en la superficie del lavatorio: en esos 20 centímetros el agua potable se transformó en agua residual. Es algo muy difícil de entender”. Lo que él dice le da un peso tremendo a una acción cotidiana que ejercemos con una negligencia mecánica pero inimputable. Inimputable hasta por ahí no más, pues uno puede hacer un uso más eficaz de esa agua al lavarse los dientes por ejemplo. Pero por otro lado es el Estado el que debe actuar.

Continuando con Gironás: “La mayoría del agua que pagamos a las sanitarias no la tomamos. Sino que la usamos para actividades que no necesitan que sea agua potable. Y esa es una falencia del sistema actual”. Es decir, estamos usando agua potable para regar el jardín, lavar el auto, rellenar el estanque del water, etcétera.

Jorge Gironás.
Dice Gironás que la normativa actual regula medianamente bien los usos económicos y productivos del agua: el agua para agricultura, minería, energía, incluso la existencia de agua potable en casi todo el país. Pero los usos no productivos del agua, a saber, el uso de las aguas lluvia, su infiltración en la tierra, la escorrentías de agua en la ciudad, el uso del agua residual de los domicilios, del agua de riego para áreas verdes, no tienen un lenguaje, no existen, porque el Estado todavía no les atribuye un valor. Y son todos temas que relacionan el agua con el medio ambiente.

¿Si no, cómo explicarse ese fenómeno preocupante del agua que en 20 centímetros pasó de ser agua saludable a ser agua de desperdicio cuando se va por la garganta del lavamanos? Agua por la que además debemos pagar: por su consumo y por el uso de alcantarillado.

Aguas residuales= 60%

¿Qué podría hacer el Estado? Lo que se hace en otros países más inteligentes, que es darle valor al agua no sólo cuando es una “cosa” productiva, sino también cuando cumple funciones medioambientales. En países desarrollados por ejemplo se regula el uso de las aguas residuales de los hogares. Estas se dividen en aguas “grises” y aguas “negras”. Las grises son aquellas con muy bajo contenido patógeno, como las aguas del lavamanos, la ducha, la lavadora, y que constituyen el 60% de las aguas residuales. O sea un porcentaje significativo. En cambio las negras son aguas con alto contenido patógeno: el agua del water, del lavaplatos (por los restos de comida). 

Las grises y también las aguas lluvia perfectamente podrían ser recicladas dentro del mismo hogar. Generalmente se piensa en el costo extra que este tratamiento –uso de filtros, métodos antibacteriológicos- implicará para la familia, pero como decía otro de los expositores en el seminario, el agrónomo Claudio de la Cerda, en Chile somos “rapidistas”, lo queremos todo al tiro. Y la lógica es pensar esto como una inversión y estimar en cuánto tiempo se recuperará esa inversión. 

Este diagnóstico también se aplica a las ciudades. Y es de radical importancia que sean atendidos en una urbe como Santiago, donde llueven apenas 330 mm al año, en un clima que es mediterráneo tirando para semiárido.   

En este artículo haremos una síntesis de las charlas expuestas en el seminario, donde se habló de temas variopintos, con un eje: el agua y la ciudad. 


El día que nevó se llevó a cabo el seminario El Agua y la Ciudad.
COSECHANDO AGUAS LLUVIA
El ingeniero forestal y paisajista Cristóbal Elgueta, expositor del encuentro, fue claro: “En varias partes del mundo se está pensando el espacio público como un lugar que no necesita riego”.

Cristóbal Elgueta.
Aunque se puede lograr un hermoso paisaje doméstico o urbano sin necesidad de riego, usando sólo especies nativas, tampoco es obligatorio llegar a los extremos, como en el caso del xeriscaping, que es por cierto una alternativa interesante. Una de las claves es desarrollar la inteligencia acuífera: por ejemplo, infiltrando aguas. En Chile, dice Elgueta, se discute sobre cómo acumular agua. Hay dos formas: una es con embalses, lo que tiene un costo de alrededor de 1.000 pesos el m3. Y la otra alternativa es almacenar agua subterránea. Esto vale tanto para jardines domésticos como áreas verdes públicas. Incluso en algunos países regar con agua potable es ilegal.

“Una solución es que el jardín esté más bajo que la zona circundante construida y con una ligera pendiente. Así el agua lluvia se va a ese pasto que queda inundado durante un par de horas. En una lluvia normal de 40 mm el jardín infiltra alrededor de 14 m3: eso significa una cosecha de 14 m3. Es como una piscina completa que queda en el jardín y que alimenta la capa freática”. Y esa agua queda disponible para las raíces de las plantas”.

Una fórmula sofisticada para infiltrar agua son los rain gardens (jardines de lluvia), usados en Europa y EE.UU.: “Se cosecha el agua lluvia en calles y techos y se lleva a zonas inundables con material vegetal que no sólo están adaptados a condiciones de saturación hídrica, sino que además tienen la capacidad de descomponer contaminantes como aceite, petróleo, etc”.

Hay que hacer una salvedad, eso sí, como plantea Claudio de la Cerda. Hay que ser sustentable pero práctico. Eso significa ver el retorno de la inversión. Hay gente que se entusiasma con los estanques para cosechar aguas lluvia con inversiones que son enormes, pero en Santiago llueve apenas tres meses al año y un estanque es carísimo. “Un puro estanque para 10 mil litros, o sea 10 metros cúbicos, vale un millón de pesos. Y el metro cúbico vale 500 pesos. O sea ahí dentro del estanque caben cinco mil pesos, estanque que vale un millón de pesos”, sintetiza De la Cerda.

Claudio de la Cerda.
COBROS DE LAS SANITARIAS
“Teóricamente las empresas no nos están cobrando a todos toda el agua, porque hay un uso de agua que va para jardines, es decir, a esa agua no se le hace tratamiento ni uso de alcantarillado. Pero una vez me tocó contactar al ingeniero que hizo ese cálculo, entonces le pregunté cuánto es lo que me descuentan en mi casa –yo tengo un jardín chico-. Me contestó que era un 0,02%: es insignificante”, esgrime Claudio de la Cerda.

SANTIAGO ES IMPERMEABLE

Jorge Gironás explica que uno de los problemas de la urbanización densa es la impermeabilidad de las ciudades. “En términos porcentuales y a grosso modo, si antes de urbanizar se infiltraba en el suelo el 80% de las aguas, con una urbanización densa a lo más se infiltra del 10 al 15%”. Por eso es necesario dejar áreas para la infiltración de las aguas. Y eso rige para las áreas verdes públicas, para los sectores edificados y también para los jardines domésticos”.


“BASURA” DEL JARDÍN

Cosecha de aguas lluvia.
Otro error tremendo que se comete en jardines domésticos y áreas verdes públicas se relaciona con los residuos del jardín, acusa Cristóbal Elgueta.

“Uno ve todo el tiempo, tanto en el espacio público como privado, a gente que saca y saca hojas secas y flores y las embolsa para botarlas. Y eso es una tontera. Cuando se le saca la materia orgánica a un suelo exponiéndolo a la lluvia, el sol, etc, los suelos se empobrecen. Hay que dejar la mayor cantidad de materia orgánica posible transformándolos en mulch. Estos residuos mejoran además la capacidad del suelo de retener agua y disminuyen la evaporación. Cuando la gente reclama que se ve desordenado y sucio, es un tema cultural solamente. En EEUU o Alemania uno lo ve todo el tiempo. Las personas que botan estos residuos incluso arriesgan una multa. Además al cabo de dos años se puede ahorrar hasta un 75% en fertilizantes en las áreas verdes. Esa materia orgánica residual se incorpora al suelo. Además inhibe la proliferación de la maleza, que germina, pero no crece porque disminuye la radiación solar que la favorece”.

SANTIAGO ESTÁ EN UN HOTSPOT MUNDIAL
Vista de Santiago desde el Cerro San Cristóbal.

Elgueta: “Hay dos factores clave para un consumo hídrico bajo o nulo: primero, hay que entender cómo funciona el suelo. Y segundo, hay que conocer el material vegetal. Hay mucho material vegetal de nuestros parques que está obsoleto, porque necesitan un volumen de agua que en Santiago no podemos darles. Plantas que no soportan los pH, que no soportan la cantidad de carbonato de calcio que tiene nuestra agua. Si se hace un recorrido por los parques que se han hecho los últimos 5 a 10 años en Chile, el estado del material vegetal es lamentable. Versus lo que hizo Óscar Praguer en 1929 en el Parque Providencia, que tiene material vegetal precursor para quienes hacemos paisajismo hoy. Ocupó material vegetal que hoy está perfecto: belloto, alcornoque, celtis, maitenes a los que en realidad no les fue tan bien. Santiago está en uno de los 25 hotspot de biodiversidad del mundo. El material vegetal de esta zona es objeto de culto en otros países. Y este material vegetal está hecho para pasar meses sin una gota de agua”.

Lavanda.
LA LAVANDA Y EL ROMERO
“Las plantas como la lavanda y el romero, que uno reclama que se ponen feas, se ponen así porque uno las riega en exceso. Yo podría no regar el romero durante dos, tres meses y le importa un rábano. Está hecho para eso. Y desde el punto de vista de su crecimiento produciremos una planta mucho más compacta con una flor de color azul mucho más intenso y perfumado. Cuando uno ve jardines de los municipios donde han plantado lavanda y ve gente regando día por medio… están botando el agua a la basura. Se podría regar una vez al mes y a esas lavandas no les pasará nada. Están hechas para eso siempre y cuando las planten chicas. Si se insiste en plantar plantan grandes con una bolsa de tierra chica, y una raíz que está en espiral, obviamente esa planta está atrofiada, entonces su capacidad de sacar agua es baja”, dice Elgueta. 




HAY QUE APRENDER A REGAR POR SECTORES
Riego por sectores en la agricultura.
Como en la agricultura, donde con mayor sofisticación se mide la evapotranspiración de las plantas en cada sector. En un jardín o área verde hay que ser más sencillo, pero usando la lógica. “Se llama también regar por hidrozonas: regar sólo el césped por un lado porque es el que más consume agua y las zonas de arbustos idealmente regarlas por goteo, y si no, simplemente regar los arbustos de manera separada”, dice Claudio de la Cerda.

“De repente yo le planteo a mis clientes que pongamos un gotero por planta y me contestan que no, porque se van a secar. Pero no pasa nada”, explica De la Cerda.

Xeriscaping, un tipo de paisajismo.
PASTO “RAPIDISTA”
“El pasto es lo más barato, pero lo que más consume agua. Lo usan mucho las inmobiliarias cuando construyen. Pero es culpa de nosotros los consumidores, que no le exigimos un cambio”, dice Elgueta.

Claudio de la Cerda agrega: “Si uno se mete a internet y busca pasto Bermuda resistente a la falta de riego se encuentra con ensayos de este tipo: un pasto con 15 días sin riego. Cuando yo le digo a mis clientes que el pasto lo puede regar día por medio no lo creen. Nosotros somos rapidistas, queremos un pasto que salga rápido. Y hay pastos que crecen rápido, pero ese pasto va a necesitar riego constante. Entonces con el pasto sí podemos seleccionar, tal como lo podemos hacer con las especies nativas de bajo requerimiento hídrico”.

“Incluso el corte de pasto”, agrega De la Cerda, tiene efectos sobre el ahorro del agua: dejemos los céspedes más largos, estamos acostumbrados al pasto tipo cancha de golf, que se cortan a 1,5 cms. Los jardines, dependiendo de la especie, debiéramos mantenerlos a entre 2 y 4 cms y así tendríamos ahorros impresionantes de agua”.

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