EDITORIAL
Durante la conversación que sostuvimos con el arquitecto Javier del Río éste nos llamó la atención sobre el color verde. Por decirlo de alguna manera, hoy todas las marcas, todas las publicidades son verdes, y muchos ciudadanos anhelan un mundo verde. “Que lo sustentable sea sinónimo de ‘verde’”, nos dijo Del Río, “se debe a que la tendencia nos llegó de Europa, donde la naturaleza es más verde. Pero acá en el valle central la naturaleza es distinta. Esta es una región de bosque esclerófilo, entonces el color de lo sustentable debería ser café con un poco de verde quizás. Y en el desierto, café”. Y así sucesivamente.
Por ejemplo el tremendo fotógrafo Ansel Adams mostró que se puede ser verde en blanco y negro. |
La peor suerte de todo esto la correrá precisamente el color verde, porque en unos años más los otros colores le harán bullying, a menos que sea un verde efectivo, como el verde vegetal.
No es antojadiza la reflexión de Javier del Río. De hecho en esta revista llevamos hace un par de números atrás una ilustración botánica de Ernst Haeckel, el tremendo investigador y artista alemán que inventó la palabra ecología: y su idea de lo ecológico se encarnaba en el paisaje del centro de Europa, rico en verdor.
Lo que dice Javier del Río, en profundidad, es que lo sustentable no es ser verde. Es mucho más simple que eso: ser sustentable es resucitar la relación de cada persona con el entorno material que le tocó. Un esquimal no puede ser verde. Será azul o blanco, en último caso. La lógica de Del Río indica que si traigo materiales del otro lado del mundo para levantar mi casa, vestirme, comer, no seré sustentable.
Por eso –creemos en la revista y lo decimos con mucho respeto- sería bueno perdonarle la vida al color verde.
Pero sí hay aportes muy agradables que la onda verde está haciendo por nosotros, sin duda. Por ejemplo los techos y muros verdes, apreciados por su valor de ornamento, pero también porque ayudan a que las ciudades no sean islas de calor y porque además permiten cultivar los propios alimentos, entre un montón de otros beneficios. Así nos explicó la arquitecta Victoria Rojas, iniciada en estas técnicas.
Volviendo a Del Río, un tipo que lleva el tema de la sustentabilidad a su vida diaria, nos dijo que por eso mismo a su ropa y sus zapatos les da como caja. Y nos habló también de la sustentabilidad de los palafitos chilotes, las casas coloniales del valle central, las casas de doble techo en Iquique, y de piedra en Parinacota.
Y de portada en este número de julio llevamos a Coca Ventura. Con la periodista Jazmin Lolas y la fotógrafa Cristal Ferret fuimos a su casa para oírle hablar de su amor por los musgos. Fue una curiosa charla de trabajo, pero felices nos habríamos quedado celebrando la vida: Como dice Charles Lamb en “El libro del cielo y el infierno”, de Borges. “El sol y el cielo y la brisa y las caminatas solitarias y las vacaciones veraniegas y el verdor de los campos y los deliciosos jugos de las carnes y de los pescados y los amigos y la copa cordial y la luz de las velas y las conversaciones junto al fuego y las inocentes vanidades y las bromas y la ironía misma, ¿Todo esto se va con la vida?”
Alejandro Pardo, director
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