El escritor gringo que enloqueció con Valparaíso

Todd Temkin es un poeta que se enamoró del puerto principal. Y decidió hacer algo: fue clave en el nombramiento de Valpo como patrimonio cultural de la humanidad, pero quiso más. No sabía qué. Hasta que un embajador asiático, encandilado con Valpo, le dijo: "Flores, Todd, flores". Entonces creó un concurso: "Un Jardin para Valparaíso". Un proyecto potente. Pero se acabaron los auspiciadores. 

Texto y fotos: Alejandro Pardo
Todd Temkin es un poeta gringo que llegó a Valparaíso en 1993. No se entusiasmó con ni una ciudad de Chile más que con Valparaíso, a donde llegó a hacer clases de literatura. Y se propuso hacer algo por el puerto principal. Pero no sabía qué. Le dio vueltas al asunto, creó una ONG que fomentara la transformación de la ciudad. De hecho cumplió un papel clave para la campaña de que la UNESCO reconociera a Valparaíso como patrimonio cultural de la humanidad. Pero llegó un día clave. Para la ceremonia del cambio de mando de Ricardos Lagos llegó el entonces embajador de Indonesia en EE.UU: “Y me pidieron que yo le organizara una caminata por Valparaíso. Y el tipo había sido ministro de Turismo y Economía de Indonesia, entonces sabía harto de esos temas. Después de la caminata, estamos hablando del año 98, cuando Valparaíso no era lo que es hoy, me dijo: ‘me encanta Valparaíso, es una ciudad fantástica, pero te tengo una recomendación: hay que plantar flores. Esta ciudad está llena de pasajes, escaleras. Y si miras el cableado urbano colgando te das cuenta que costaría muchos millones de dólares sacarlos. Pero puedes poner una enredadera y lo transformas al tiro en algo bonito”. Entonces dijo una frase que a Todd le hizo click: “Flores, Todd, flores”. 
 
Y le contó que ellos habían hecho un estudio en Bali, una isla y provincia indonesa, para definir cuáles pájaros querían que vivieran allí en la zona, y empezaron a plantar las flores ad hoc para esos pájaros. Que eran pájaros propios de la zona. Pero la idea era atraerlos más. Incluso apareció una especie de colibrí que creían extinto.

Todd no llegó a pensar tan lejos, como en pájaros, pero se propuso dotar a Valparaíso de flores. Y creó un magnífico concurso: “Un jardín para Valparaíso”: “Cuando partimos tuvimos un auspiciador que era Terminal Pacífico Sur, que es el concesionario del puerto de Valparaíso. El concurso en cuanto a participación fue espectacular en las dos versiones que se hicieron. Pero luego el auspiciador se cayó y no pudimos conseguir plata para hacer la tercera versión este año 2012. Y este concurso tenía cara de convertirse en uno de los proyectos más lindos de Chile. Es un proyecto barato en el contexto de lo que cuestan los proyectos en Valparaíso: son unos 25 millones de pesos al año”.

-No es tanta plata para una empresa grande.

-Es que tenemos pocas empresas grandes en Valparaíso.

El concurso es muy participativo, amplio, y con participación de sectores vulnerables, he ahí una de sus gracias.

“Hay un caso muy lindo, el primer año tuvimos un Jardín Infantil, el Guacolda, del Cerro Las Cañas, que es un sector muy pobre. Ellos participaron el primer año y nos costó un montón llegar ahí. Y cuando llegamos había como una planta: no había tiempo ni recursos para hacer algo más elaborado. El jurado le dio una mención honrosa por la situación, la iniciativa, etc. El premio consistió en 50 mil pesos en plantas. Segundo año del concurso: el jardín estaba precioso, y como la gente del sector tenía a sus niños en el jardín infantil se generó una participación de la comunidad en el desarrollo del jardín de plantas. Y el lugar que era lúgubre, con las plantas cobró vida.

-¿Es posible definir algunas peculiaridades del jardín chileno popular?

-Solo puedo responder por lo que he visto en Valparaíso, donde hemos visto maceteros hechos con neumáticos pintados y otros construidos con materiales reciclados.

-¿Por qué observar plantas y cuidarlas hace bien?

-Siempre he pensado que hay dos maneras de ver la vida. Por ejemplo, en Santiago impera la idea de que la vida es una carrera para llegar desde el punto A al punto B. En Valparaíso vemos muchos que rechazan este paradigma. Los jardines nos aterrizan. Nos ayudan respirar y apreciar la vida con un ritmo más pausado. Sé que es un cliché, pero en la vida hay que oler las flores.

-¿Qué le pasa a la gente que ha participado en el concurso con sus jardines? Cómo son ellos?

-Tenemos de todo: mucha gente de tercera edad pero también algunos casos notables de jóvenes. Hemos visto, también, varios jardines comunitarios y barrios populares de escasos recursos –algunos de estos presentando jardines con mucho ingenio.

-¿Cómo ha impactado tu concurso en Valparaíso? ¿Qué dicen las autoridades, las empresas?

-Están fascinados las autoridades, las empresas, las juntas vecinales, los colegios, todo. A nivel político, es visto como un proyecto relativamente barato que tiene una rentabilidad social enorme.

Jardín concursante de un jardín infantil, valga la redundancia
-¿Qué le falta a las empresas para creer en el proyecto?

-Creo que todos creen en el proyecto. Toda la comunidad lo encuentra maravilloso. Cuesta encontrar alguien crítico. Lamentablemente, son pocas las empresas en Valparaíso capaces de dar donaciones de 25 millones de pesos, por ejemplo. Y en lo personal, me complica la administración del concurso si tengo que trabajar con 10 empresas que están dando 2,5 cada uno. Desgasta mucho.

LAS 4 CATEGORÍAS DEL CONCURSO
1) Instituciones como juntas de vecinos, iglesias locales, clubes deportivos, cualquier organización comunitaria que tenga personalidad jurídica. Ellos pueden apadrinar un espacio botado en su cerro y lo pueden transformar en un jardín. Uno de los criterios más importantes es que el jardín tenga impacto urbano, o sea que no esté escondido.
2) Individuos que por su propia cuenta desarrollan un jardín en un espacio público. Y ahí han salido jardines preciosos.
3) Colegios y jardines infantiles
4) Antejardines y balcones.
Y los ganadores obtienen un premio en plata. Hay muchas menciones honrosas que también son premiadas con plata, pero mucho menos que los ganadores. De los alrededor de 140 que postulan, unos 30 ó 40 sacan algo.